viernes, 19 de febrero de 2010

INTERNACIONALES: Rusia

POBREZA Y PREPARATIVOS DE REPRESIÓN
Los rusos se empobrecen aceleradamente. Mientras tanto las autoridades gubernamentales se preparan para la lucha contra un supuesto “terrorismo”… de los trabajadores y jubilados.
Desde Bielorrusia, Anatoli Matvienko,
dirigente de "BASTA!”

Según los cálculos del Banco Mundial, a finales del año 2009 el porcentaje de gente que vive debajo de la línea de pobreza alcanzaba el 17,7% del total de la población de la Federación Rusa. “Es un nivel de pobreza muy alto. A mediano plazo, se pronostica su decrecimiento hasta el 16,1% para finales del año 2010 y hasta el 14,6% para finales de 2011”, se dice un informe del Banco Mundial.
Los pronósticos son pronósticos, mientras que la cantidad de los ciudadanos indigentes de Rusia crece a ritmo acelerado, aún en una coyuntura petrolera favorable para el país.
Es evidente que las principales causas económicas de un crecimiento rápido de la pobreza son las industrias no competitivas y los salarios bajos.
Han ayudado muy poco las así llamadas “medidas anti crisis” del gobierno relacionadas con el mantenimiento de la estabilidad social en 2009.
Las medidas fueron las siguientes: la máxima compensación por desempleo creció hasta un nivel récord de 4.900 rublos, mientras que la parte básica de las jubilaciones creció en un 8,7% hasta 1.950 rublos. Además, el 1º de agosto las jubilaciones de seguro fueron indexadas fuera del plan en el 7,5%, y el 1º de diciembre, en el 31,4% hasta 2.562 rublos.
Como podemos ver, los esfuerzos del gobierno ruso fueron mínimos en comparación con el nivel necesario del apoyo a la población e infinitamente cínicos junto con la oligarquía que engorda insolentemente.
Según los datos del Instituto de Investigación Científica de Labor, en 1992-95 el núcleo de los pobres tradicionalmente lo formaban las capas de la población socialmente vulnerables (jubilados, minusválidos, familias de mucha prole e incompletas con niños). Pero para los finales de los 1990, el centro de gravedad se desplazó a los pobres “empleados”, o sea, los ciudadanos en edad activa con ganancias bajas que no podían alimentar a sus familias y a sí mismos.
Las causas principales de esta situación fueron un bajo nivel de los salarios que no aseguraban el mínimo de subsistencia vital de los trabajadores, los salarios atrasados, el desempleo, el subempleo, las vacaciones administrativas obligadas sin compensaciones, etc. Según los datos del Instituto de Estadística de Rusia, el 61,1% de los pobres son personas en edad activa, de los cuales el 59,4% son empleados.
Es de notar que se trata de la estadística oficial, la cual, como sabemos, siempre falsea la situación verdadera a favor de las autoridades. Actualmente nadie puede decir con exactitud hasta qué grado está afectado por la pobreza un país tan rico en recursos como Rusia.
Mientras que es obvio que el modelo de pobreza que observamos en el país es, ante todo, consecuencia de la política de la liberalización implementada por las autoridades rusas durante casi dos décadas.
Como consecuencia de las “reformas liberales” de Yeltsin y Gaidar, iniciadas en el año 1992, en Rusia se ha formado una nueva oligarquía cuyos clanes siguen destruyendo el pueblo ruso y saqueando la potencia que antes era tan grande.
Hoy en día, el poder oligárquico representado por Medvedev y Putin, jurando ante todo el mundo en su fidelidad a los “valores liberales capitalistas, sigue implementando la política del estalinismo en su variante moderna. Un puñado de oligarcas, la burocracia que se multiplica como la langosta y millones de esclavos, es lo que tiene Rusia es en el momento actual. Los derechos y las libertades ilusorias, al igual que las ilusiones de un feliz futuro capitalista ya no consuelan la conciencia de los trabajadores rusos como hace 20 años. Hoy muchos entienden perfectamente que la tensión social que crece cada año puede, en cualquier momento, resultar en una “cruel revuelta rusa” o en una Revolución.
Como, por ejemplo, los acontecimientos del mayo de 2009 en la ciudad de Pikalevo (la provincia de Leningrado), donde la antigua Fábrica de Alúminas de Pikalevo (la empresa núcleo de la ciudad) fue dividida en tres plantas de producción y vendida a tres nuevos oligarcas rusos: Deripaska, Bronshtein y Utievski. Como consecuencia de las discrepancias entre los oligarcas, la empresa fue parada, toda la ciudad quedó sin empleo y sin agua caliente.
Los obreros desesperados que no recibían sus salarios durante siete meses, ocuparon la empresa y bloquearon una importante ruta federal: el atasco de vehículos de extendió a casi 450 km.
Los rumores sobre las protestas de los trabajadores de Pikalevo, a pesar del bloqueo informativo por parte de la administración de la ciudad, comenzaron a propagarse por toda la región y tuvieron gran resonancia en toda Rusia. En Moscú y en San Petersburgo fueron organizadas las manifestaciones de solidaridad con los trabajadores de Pikalevo. La información sobre la lucha de los obreros de esta pequeña ciudad comenzó a propagarse con la rapidez de un rayo por toda Rusia, recibiendo apoyo e iniciando nuevas manifestaciones en otras regiones.
Solamente la intervención personal del primer ministro Putin, que llegó urgentemente a la ciudad insurgente, paró la ola creciente de protestas, y los problemas de los trabajadores de la fábrica fueron solucionados: en la ciudad apareció el agua caliente, fueron pagados los salarios de siete meses, la gente hambrienta… en un día compró prácticamente todos los alimentos en las tiendas locales…
Uno podría agradecer a las autoridades representadas por el primer ministro Putin, quien reaccionó a los problemas de la gente trabajadora. Pero el conflicto duró más de siete meses, y los trabajadores rusos entienden perfectamente que Putin no podrá solucionar todos los problemas, que las autoridades dieron una limosna a unos, pero ¿cómo se solucionarán los futuros problemas originados por las autoridades?
El Kremlin también entiende perfectamente que la revuelta de los trabajadores de Pikalevo no es la última y la tensión social seguirá creciendo. Por eso no es extraño que al final del año pasado el gobierno de Rusia sometiera a la aprobación de la Duma un proyecto de ley que endurece el castigo por las acciones de protesta en las rutas de transporte. Ahora a cualquiera que desee protestar en una carretera no le amenaza una multa administrativa de 2.500 rublos, sino dos años de la cárcel. En el mejor de los casos, uno podrá salir bien librado pagando una multa de 100 mil rublos (3.400 dólares aproximadamente), lo que es irreal para un trabajador.
Además, se presentó al público el proyecto de la llamada Ley anti-Pikalevo elaborada después de una reunión del Consejo de Seguridad y el Comité Antiterrorista Nacional. Los autores del proyecto de ley, fundamentando la necesidad de su aprobación, indican “el aumento continuo del número de los actos de intervención ilícita en el funcionamiento del transporte, incluyendo los actos de carácter terrorista”.
De este modo, si este proyecto de Ley preparado por el gobierno es aprobado, todo aquel que se atreva a organizar una protesta en una carretera, será penalizado como terrorista.
Como podemos ver, el modelo norteamericano de la “lucha contra el terrorismo” ha sido tomado como armamento y se implementa activamente en los países de la antigua URSS, en el ataque de la oligarquía local contra su propio pueblo.
Si hablamos sobre la preparación de las autoridades rusas para los futuros conflictos sociales, debemos notar un acontecimiento más. Así, en noviembre de 2009 en las afueras de Moscú fueron organizados los ejercicios de las unidades especiales de intervención del Ministerio de Asuntos Interiores dedicados a la dispersión de una manifestación imaginaria de jubilados descontentos. En conformidad con la leyenda de los ejercicios, en cierta localidad un grupo grande de jubilados salió a la manifestación requiriendo la seguridad social y bloqueó una carretera federal. Para la dispersión fueron usadas las selectas unidades especiales de intervención de Fuerzas Internas. Durante pocos minutos, con ayuda de granadas de iluminación y ruido, gas lacrimógeno y bombas de agua la numerosa muchedumbre de “jubilados” fue dispersada. Los generales del Ministerio de Asuntos Interiores elogiaron el nivel moral y técnico de preparación de sus subordinados incentivando a los participantes más distinguidos de los ejercicios con nuevos grados, premios y regalos.
Como vemos, en lugar de reformas sociales, nacionalización de las empresas estratégicas de Rusia, las autoridades rusas siguen el camino de endurecimiento de las medidas dirigidas a la lucha contra su propio pueblo.
Por lo visto, la experiencia histórica no enseñó nada a los nuevos burgueses rusos. Por lo tanto tenemos que repetir...

¡VIVA LA REVOLUCIÓN RUSA DEL SIGLO XXI!




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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda