martes, 1 de febrero de 2011

TÚNEZ

UNA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA TRIUNFANTE
Algunos la llaman las revolución del pan, otros la revolución de los jazmines. Lo cierto es que el joven pueblo tunecino se sacó de encima un régimen político antidemocrático de más de 20 años en el poder.

Fabio Marucci
Las heroicas semanas de lucha que acorralaron al gobierno de Zine El Abidine Ben Alí (Ben Alí) lo obligaron a abandonar el poder al mejor estilo de muchos presidentes latinoamericanos neoliberales. Ben Alí se tuvo que refugiar en Arabia Saudita para no terminar como el dictador estalinista rumano Ceaucescu. Las imágenes del Argentinazo del 2001 se están repitiendo en las calles de Túnez. Todo el Magreb (el mundo árabe del norte de África) está al rojo vivo y es la hornalla que calienta la olla de las futuras explosiones sociales europeas.

LA CRISIS ALIMENTARIA, LA MISERIA Y LA FALTA DE FUTURO
Las chispas que desataron la irrupción masiva del pueblo tunecino fueron la tremenda alza de precios en los alimentos y la alta tasa de desocupación. En la primer semana del año los productos de primera necesidad aumentaron un 30%, entre ellos el pan, que según la FAO en el informe “La volatilidad de precios en los mercados agrícolas” “Los últimos episodios de volatilidad extrema de los precios en los mercados agrícolas mundiales presagian mayores y más frecuentes amenazas a la seguridad alimentaria mundial”. Dicho en otras palabras, amenaza profundamente la estabilidad de los gobiernos y de los mercados. A esto se suma la desocupación que, para el caso tunecino es gravísima entre la población joven. Túnez, con 35 millones de habitantes, tiene una población menor a los 30 años que representa el 75% del total, de los cuales el 20% está desocupado. Según refiere La Repubblica del 14 de enero “el 62% de los desocupados marroquíes, el 72% de los tunecinos y el 75% de los Argelinos (según la economista Lahcen Achy de la Carnegie Foundation) tienen entre 15 y 29 años”.
Este panorama ha hecho que los protagonistas principales de estas semanas de lucha hayan sido los jóvenes. Ciertamente ningún joven podía quedarse quieto después ver el 17 de diciembre pasado inmolarse con fuego el joven Mohamed Bouazizi, de 26 años, quien vendía sin el permiso correspondiente, frutas y verduras en el mercado y fue detenido por la policía de Ben Alí y confiscada toda la mercadería. “El día después centenares de jóvenes se movilizaron en todas las regiones, envalentonados de encontrarse tantos, la policía trabajó con la cachiporra como sabe hacer muy bien en esta ‘democracia’ tan absoluta y prepotente. Entonces el engranaje se puso en movimiento, la represión que alimenta la rebelión y otro suicidio, Houcine de 22 años, en la localidad de Menzel Bouzani delante de la manifestación gritando ‘no quiero más miseria y desocupación’», «Y después Bistra, Sfax, Kairouan, Meknessi, Regueb, Souk Jedid, Ben Gardane, Medenine, Siliana, Sousse.”. Las movilizaciones crecieron exponencial-mente, la policía y los esbirros de Ben Alí se cobran decenas de muertos. El comandante en jefe del ejército se niega a disparar sobre la población. La represión se quebró. En un último y desesperado intento Ben Alí disuelve el gobierno el jueves 13 de enero, llamando a elecciones anticipadas y declarando el estado de sitio. Demasiado tarde, la movilización revolucionaria era inquebrantable y tuvo que huir del país con su familia con ayuda de su amigo Sarkozy. Al escribir estas líneas, un presidente provisional ya había reemplazado al que se hizo cargo por ausencia de Ben Ali. En Túnez hubo, por ahora, 3 presidentes en 3 días. De todos modos la movilización no se ha detenido. Según La Repu-bblica, los habitantes se están organizando en comités de autodefensa en los barrios, convocadas por la principal central sindical, la UGTT. En los barrios se saquean las grandes tiendas de la familia de Layla Trabelsi, mujer de Ben Alí, más por venganza que por necesidad. La gente también está rechazando al gobierno provisional. Saben que son los mismos que acompañaron al anterior régimen.
Porque nada ha concluido en Túnez. Todo está comenzando. Todo se está mezclando y viejos políticos intentaran reciclarse. Como refleja el jefe de redacción del diario tunecino Le Quotidien al enviado de La Stampa de Italia este 16 de enero “Ser optimista es un deber, habrá días y horas difíciles, tremendos, pero atrás no se vuelve, la gente no tiene más miedo». Y el enviado remata “Los gatopardos estén atentos al hervor de la lava. El privilegio de una revolución es la de no permitir a nadie de decidir que ha terminado”.

EL MAGREB EN LA CUERDA FLOJA
Lo de Túnez no es un caso raro al del resto de los países del Magreb, en especial los del “Pequeño Magreb”: Marruecos y Argelia (también lo forma Túnez). Libia y Mauritania conforman el “Gran Magreb”. “Para los argelinos, comprar el kilo de azúcar a 1,50 euros, la garrafa de aceite de cinco litros a 7,50 euros o pagar un 60% más por una sardina es demasiado. El salario mínimo garantizado por ley es de 130 euros al mes mientras que un salario medio es de 330 euros. Sin embargo, muchos trabajadores ni siquiera alcanzan el mínimo establecido. Y parece que los viejos regímenes que gobiernan estos países han tomado nota ya que “Jordania, Marruecos, Libia, Mauritania y Yemen han anunciado que frenarán la subida de los precios de los productos básicos. Argelia incluso dará ayudas económicas a los parados universitarios” El Mediterráneo 16/1/2011. Pero ya han comenzado las movilizaciones en Argelia y Jordania contra el aumento de los precios de los alimentos junto a las marchas de solidaridad con el pueblo de Túnez.
Muchos de estos regímenes gobiernan por décadas la región. Marruecos es una monarquía, Argelia está amarrada a la generación de la liberación y su presidente, Abdelaziz Bouteflika, tiene 74 años. En Libia Muhammar Kadafi gobierna hace más de 40 años. En Egipto Hosni Mubarak tiene 82 años y gobierna desde hace 32. Estos datos pueden parecer anecdóticos pero como en el caso de Túnez una nueva generación que se encuentra en la desocupación y falta de futuro está entrando en la escena política. Es el desafío de la juventud humillada desde el poder.

EUROPA SE RECALIENTA CON EL FUEGO TUNECINO
El Magreb, para muchos analistas, sería la futura extensión natural de Europa. Estos países son países dependientes del imperialismo europeo. A través “acuerdos” por Gas y Petróleo como el de la Italiana ENI o la Francesa ELF y la tremenda explotación de mano de obra barata, en la producción textil sobre todo, como lo hace Benetton y otras empresas italianas en Túnez estos países son saqueados permanentemente. Y con el turismo no alcanza. Es la vieja e hipócrita Europa y su imperialismo la que agudiza la crisis económica en el Magreb y la exacerba con su política de inmigración represiva hacia quienes buscan otros horizontes para encontrar un lugar en el mundo.
Esta revolución no puede pasar desapercibida para los gobiernos como el de Sarkozy por ejemplo. Francia vivió una rebelión juvenil importante pocos años atrás. También eran jóvenes humillados por ser hijos de inmigrantes del Magreb. Fue a fines del 2005 y se conoció como la rebelión de las “banlieues”. Pero más importante aún lo es porque las principales movili-zaciones contra el ajuste capitalista en Europa lo protagonizan los jóvenes griegos, italianos, franceses, ingleses, españoles o portugueses junto a la clase obrera. Es el reflejo de un recambio generacional y también la posibilidad de una renovación a nivel de las direcciones obreras y populares.

LA BÚSQUEDA DE UNA SALIDA
El pueblo magrebí y sus jóvenes en particular, están mirando el futuro. Y lo ven negro, sombrío. Por eso están tratando con todos los medios a su alcance y ya cuando la situación es insoportable de buscar una salida. Una salida al laberinto que le propone el sistema capitalista. Un laberinto que hace que los pueblos avancen y retrocedan sobre sus pasos cuando equivocan el camino. En esa intensa búsqueda los capitalistas indicaran una y otra vez falsas salidas. Solo confiando en sus propias fuerzas y construyendo sus propias organizaciones será como la clase trabajadora vaya abriendo paso a una salida distinta, hacia una salida que responda a sus reales necesidades, hacia una salida que no puede ser otra que el Socialismo. El mundo necesita que más países y la clase obrera mundial se unan en esa búsqueda.

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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda