miércoles, 10 de noviembre de 2010

El cambio de escenario político y las perspectivas

EL GOBIERNO SIN KIRCHNER Y EL PAÍS REAL

Sergio García
Van pasando los días en que el país se conmovió ante la noticia de la muerte del ex presidente. Quienes sinceramente creen en su proyecto se movilizaron para exteriorizar sus sentimientos de apoyo. Si bien fue un número importante que visibilizó de conjunto a la base social del gobierno, dista mucho de las exageraciones intencionadas que realizan los medios oficiales como Página/12 o el programa 6,7,8 que hablan de millones cuando la realidad tangible fue notoriamente muy inferior, llegando a decenas de miles.
El afán de esos medios por magnificar o directamente cambiar la realidad se basa en la urgente necesidad política de intentar mostrar que el gobierno de Cristina ahora está más fuerte y con mayor apoyo social. El problema es que cualquier análisis serio de la situación política no resiste ese endeble montaje funcional al gobierno.
La conclusión política que no puede obviarse tras la muerte de Kirchner es la de un profundo debilitamiento del proyecto del gobierno. No está más el hombre que tomaba decisiones, imponía el rumbo y era el único dirigente capaz de articular a todos los diversos sectores que se encolumnan en el proyecto.
Esta realidad ya comenzó a expresarse, en particular con los primeros movimientos y roces entre Moyano y la CGT por un lado y el PJ bonaerense y Scioli del otro, con sus punteros y el viejo aparato clientelar. A la par, hasta sectores del PJ Federal evalúan la conveniencia de regresar.
Hasta dónde llegarán esas disputas y movimientos políticos se verá con el tiempo, pero ya han empezado y no hay ninguna autoridad política que intente conducir. La presidenta se ve obligada por la situación a intentar mostrar fortaleza ante la opinión pública. Pero todo el que debe esforzarse por tratar de demostrar algo… es porque en el fondo no lo tiene.

LOS MESES PREVIOS A LA MUERTE DE KIRCHNER
El aluvión de análisis y todos los debates en marcha tras la muerte de Kirchner vienen tapando coyunturalmente el análisis de los principales hechos que ocurrieron poco tiempo atrás. Y es necesario volver sobre ellos, porque solo así se comprende en toda su magnitud la situación actual. Los últimos meses estuvieron signados por una serie de profundas derrotas políticas del gobierno, que culminaron con los hechos de Barracas y el asesinato de Mariano Ferreyra.
El kirchnerismo tuvo que soportar una derrota parlamentaria con la Ley de Glaciares. Armó una estrategia para mostrarse ganador con Yasky en la CTA y tampoco pudo. No logró evitar la votación del 82% móvil y terminó incinerado frente a la población cuando decidió vetarlo. Y montó el acto de River con la CGT, para días después tratar de esconderlo cuando salió a la luz la responsabilidad de las patotas sindicales en el asesinato de Mariano. Esto a su vez destapó los negociados y la impunidad de un triángulo de poder entre el gobierno, las empresas y la burocracia sindical.
Ese era el panorama real del país y del gobierno los días previos a la muerte de Kirchner y, aunque hoy tengamos que analizar una nueva situación política, solo volviendo sobre esa realidad que aún existe y actúa podemos comprender la perspectiva del país y del gobierno. Lejos de ser de tranquilidad y fortaleza, será de mucha debilidad y de problemas y conflictos sociales permanentes.

PRIMERAS SEÑALES DEL RUMBO DEL GOBIERNO
Entre algunos sectores de la base social kirchnerista se espera ahora que el gobierno avance con medidas en su ideario militante que pueden llamarse “nacionales y populares”. Pero de nuevo la realidad supera los deseos. La rápida y contundente definición de Aníbal Fernández colocando a la CGT y Moyano como columna vertebral del proyecto tira por la borda cualquier ilusión. Ningún proyecto que se sustente en el viejo aparato sindical y en la estructura del PJ bonaerense y los caciques del conurbano puede llamarse “nacional” y menos aún “popular”.
La provocación de Boudou negando la inflación es parte de lo mismo. Se nota que estos “extraños progresistas” que cobran enormes sueldos no sufren lo que sufrimos millones, que no llegamos a fin de mes mientras vemos los precios subir y subir. Ni qué hablar del Presupuesto K 2011, que destina millones al pago de una deuda externa fraudulenta e ilegitima pero les niega el 82% a nuestros viejos.
En síntesis, la llamada “profundización del modelo” no es otra cosa que el mantenimiento del doble discurso, ahora más apoyado aún en el PJ tradicional, y lo que es peor, la continuidad de un proyecto que mantiene al poder trasnacional como dueño de nuestros recursos estratégicos y al poder financiero como socio comercial privilegiado.
Incluso en el campo este gobierno, detrás de las palabras, ha permitido y alentado la extran-jerización de la tierra y el desarrollo de los pools sojeros con capitales financieros, mientras la producción familiar y los pequeños chacareros sufren las consecuencias.

LA OPOSICIÓN DE DERECHA
No está de más insistir en que, en el marco del proyecto y de la difícil situación del gobierno, no es precisamente la oposición tradicional la que puede avanzar o capitalizar la crisis actual. Y no es solamente por su pasado y responsabilidad en los gobiernos anteriores, sino también por sus propuestas actuales. Desde Alfonsín hasta Macri, pasando por Duhalde, nada bueno pueden ofrecerle al país.
La oposición de derecha es responsable de los grandes males que en las últimas décadas sufrió el país, y los nuevos tiempos que abrió el Argentinazo en el 2001 no dejan margen para hacer retroceder las ruedas de la historia. Millones miran hacia adelante a la espera del surgimiento de un nuevo camino.


MAYOR ESPACIO POLÍTICO POR FUERA DEL BIPARTIDISMO
No es casual que en medio de este debate surjan cada vez más compañeras y compañeros trabajadores, jóvenes y sectores populares que ven la posibilidad de abrir paso una nueva alternativa.
Aunque desde los medios de comunicación hoy quieran reforzar la idea de que la disyuntiva es el kirchnerismo o la oposición tradicional, no es ese el sentimiento general en la población. Y la crisis conjunta que viven el gobierno y la oposición no hace otra cosa que alimentar y ensanchar el espacio político para una alternativa por fuera del bipartidismo. Ese proceso es motorizado por una base social creciente que puede darle fuerza y consistencia.
En este sentido, la trayectoria y la figura de Pino Solanas es sin duda muy importante. Y viabiliza la mayor oportunidad para articular tras el apoyo a su candidatura a presidente esa construcción tan necesaria, en la cual podamos confluir y trabajar en unidad distintos sectores políticos y sociales como parte de un gran movimiento político. Una alternativa que se juegue a fondo por cambiar las bases de este país, para terminar con tantos años de entrega, mentiras y corrupción.
Esa es la tarea política fundamental del momento que vivimos y a la cual el MST se propone sumar.

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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda