miércoles, 8 de septiembre de 2010

A 70 años del asesinato de León Trotsky (3ra Parte)

EN DEFENSA DEL MARXISMO Y EL PROGRAMA DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL
Como venimos haciendo en las ediciones anteriores de Alternativa Socialista proponemos a nuestros lectores seguir profundizando en los aportes del gran revolucionario ruso León Trotsky a la lucha por la revolución socialista internacional. Ya abordamos la etapa de la conquista del poder por el partido que dirigió junto a Lenin y el inicio de la pelea contra el estalinismo al interior del partido, la URSS y la III Internacional. En esta oportunidad avanzamos en la definición de una etapa de colosal importancia para el marxismo revolucionario: la elaboración del programa para el nuevo escenario de la lucha de clases mundial y la fundación de una nueva organización internacional. Esperamos que la militancia socialista y los luchadores anticapitalistas encuentren en estas líneas incentivos para el debate y la acción revolucionaria en el presente altamente convulsionado por la crisis civilizatoria más profunda del último siglo.

La crisis capitalista recoloca las discusiones centrales de todo el siglo XX en el campo de la izquierda: ¿se puede derrotar revolucionariamente el capitalismo? ¿hay un proyecto alternativo de sociedad? ¿cuál es el programa para salir de la crisis sistémica actual? ¿cómo construir organizaciones revolucionarias con influencia de masas? Los períodos de honda conmoción como el actual tienen el mérito de reflotar debates de fondo, estratégicos y estructurales. Hasta hace poco más de veinte años, la burguesía mundial festejaba la caída del Muro de Berlín. Se propalaba una ofensiva ideológica a escala planetaria contra el socialismo. Fueron años del "fin de la historia", la "muerte de las ideologías" y otras paparruchadas del mismo tenor. Años duros para construir organizaciones revolucionarias a contracorriente de la propaganda imperialista y la desmoralización de muchos camaradas. La actual "caída del muro del capital" abre enormes oportunidades para los revolucionarios a condición de ser capaces de aplicar las lecciones de la experiencia acumulada por décadas de avances y retrocesos en el terreno de la lucha por el socialismo. En esa perspectiva, los que hacemos parte de la corriente referenciada en el trotskismo morenista partimos de una serie de instrumentos teórico-políticos de inmenso valor para actuar en la realidad presente de la lucha de clases.

LA OPOSICIÓN DE IZQUIERDA: LOS REVOLUCIONARIOS SE REAGRUPAN PARA RESISTIR
Para finales de la década del 30 del siglo pasado únicamente quedaba vivo un dirigente histórico del partido bolchevique (además de Stalin) que había tomado el poder en Rusia: Trotsky. Fue él quien combatió los crímenes del estalinismo con los Juicios de Moscú y no dejó piedra sobre piedra de las falsas ideologías reformistas y reaccionarias montadas por la burocracia soviética. Desnudó el carácter retrógrado de la teoría del socialismo en un solo país y la capitulación al imperialismo mundial por parte de la III Internacional copada por Stalin. Pero, la experiencia al interior del partido burocratizado y la Comintern, se agota: no había nada para hacer allí y se imponía el desafío de construir una nueva organización revolucionaria internacional. La III había terminado corriendo la misma suerte que la II postrada a los pies de la burguesía y la contrarrevolución. En ese marco, la militancia de los seguidores de Trotsky constituía una fuerza minúscula, aislada y sometida a la persecución más feroz. Atestaban los campos de concentración del nazismo en Alemania, las cárceles del estalinismo en la URSS y sufrían la ferocidad de la GPU en España. La corriente del trotskismo denominada Oposición de Izquierda avanzó en la elaboración de las tesis fundamentales de un nuevo programa para la época en curso: el Programa de Transición.

EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN Y LA IV INTERNACIONAL
Tras el desastre del estalinismo en Alemania (con línea ultraizquierdista primero frente a la socialdemocracia y pactando después con Hitler) Trotsky llegó a la conclusión de que la Internacional Comunista había seguido el camino de la Segunda Internacional (socialista) y que estaba acabada como herramienta para la transformación revolucionaria de la sociedad. Convencido de que una nueva guerra mundial era inexorable, Trotsky planteó la impostergable necesidad de un nuevo programa y una nueva Internacional. Escribió El Programa de Transición como el programa para el Congreso Fundacional de la Cuarta Internacional antes del estallido de la guerra (1936). El horizonte perseguido era sacar al puñado de revolucionarios oposicionistas del aislamiento y tender un puente hacia los trabajadores en lucha. Para los marxistas la tarea estratégica es la toma del poder. Sin embargo, para poder hacerlo lo primero es ganar influencia de masas. Entre un objetivo y otro existe un período preparatorio de organización en base a la propaganda, formación y agitación de las tareas políticas para la destrucción del capitalismo y la reorganización socialista de la humanidad. La construcción del partido como herramienta para esas tareas históricas sería fácil si fuera suficiente con proclamarlo. Sin embargo, para llegar a las masas con las ideas del marxismo hay que explicar la situación como es y no como nos gustaría que fuese. Se trata entonces de partir "del nivel real de la conciencia de los trabajadores, que no es revolucionaria en todos los momentos y lugares. Y respondiendo a sus necesidades inmediatas impulsarlos hacia la conquista del poder". El Programa de Transición es ese "puente" de lo inmediato a la salida de fondo por la revolución y el socialismo. La organización para luchar por ese norte será una nueva internacional: la IV.

LA LUCHA CONTRA EL SECTARISMO Y LA OBSESIÓN POR LAS MASAS
Lenin y Trotsky, dieron duras y consecuentes batallas contra el oportunismo, pero no menos lo hicieron contra el sectarismo estéril y el ultraizquierdismo. Trotsky bregó políticamente para que sus seguidores no se aislaran, sino que audazmente ingresaran tanto en el terreno político como en el sindical en las organizaciones de masas y donde se podía genuinamente desarrollar una política revolucionaria que fuera mucho más que una reafirma-ción abstracta de programas y tareas alejados de la lucha real. Así aconsejó a la los trotskistas franceses que entraran al Partido Socialista de ese país, lo mismo impulsó en EE.UU. con el SWP del viejo Cannon y en España para el grupo de simpatizantes de la Oposición. El viejo revolucionario decía: "quién no está obsesionado por encontrar el camino hacia las masas, es un peso muerto para el partido y su existencia incompatible con nuestra organización". Nuestra corriente política reivindica plenamente la tesis de que el partido tiene que dar la disputa en el movimiento de masas, e ir a dónde están las masas. No para adaptarse a su nivel de conciencia o capitular a las direcciones traidoras, sino para disputar duramente por el programa de la revolución con las adecuaciones tácticas que cada caso particular requiera. La lucha por el aprovechamiento de las oportunidades políticas y la audacia para empalmar con corrientes progresivas de la vanguardia y el movimiento de masas para construir nuestros partidos a saltos, también hace parte de nuestros pilares teóricos. Combatimos la concepción etapista, evolucionista y antidialéctica del desarrollo evolutivo de nuestras organizaciones por la mera y lineal acumulación de cuadros y militantes. En el mismo sentido, la firmeza de principios no puede ser confundida con el "purismo sectario". En esto, también seguimos al viejo maestro: "Un partido marxista debe aspirar a su plena independencia y a la mayor homogeneidad, pero en su proceso de formación a menudo debe actuar como fracción de un partido centrista o incluso de un partido reformista. Así, durante muchos años los bolcheviques estuvieron en el mismo partido que los mencheviques. También la Tercera Internacional se formó gradualmente a partir de la Segunda".Y para rematar esta entrega citamos una vez más al maestro: "Para un revolucionario, no basta con tener ideas correctas. No olvidemos que El capital y el Manifiesto comunista ya establecieron ideas correctas, sin que ello impidiera la propagación de ideas falsas. La tarea del partido revolucionario consiste en fundir esas ideas correctas con el movimiento obrero de masas. Solo de este modo pueden las ideas transformarse en fuerzas motrices. (...) El Corán dice que la montaña fue al profeta. El marxismo aconseja que el profeta vaya a la montaña".


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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda