miércoles, 8 de septiembre de 2010

A 70 años del asesinato de León Trotsky (4ta Parte)

LA VIGENCIA DEL SOCIALISMO REVOLUCIONARIO
Con este artículo estamos completando la serie de notas dedicadas al revolucionario ruso. En esta oportunidad queremos detenernos en precisar las afirmaciones de Trotsky que todavía consideramos pilares fundamentales para la lucha anticapitalista y la pelea por una perspectiva socialista en Argentina y el mundo. En definitiva, queremos plantear qué significa ser trotskista hoy desde la óptica de nuestra corriente internacional.


Hay un primer aspecto importante a resaltar como marco: el movimiento trotskista internacional sufrió una brutal crisis después de la II Guerra Mundial a consecuencia de varios factores combinados.Por un lado, la desaparición física de su principal dirigente y orientador político, se transformó en un hecho objetivo. Trotsky concentraba la experiencia de 3 revoluciones, la construcción de una internacional de masas y el trabajo militante en equipo con el propio Lenin. La IV Internacional, en 1940, consistía en un puñado de revolucionarios que organizados alrededor del viejo dirigente, eran directamente asesorados por él actuando en una realidad tremendamente compleja dominada por el peso del estalinismo mundial. Se estaba desarrollando la etapa de construcción programática y de “acumulación primitiva” de cuadros para resistir la doble presión del imperialismo y la burocracia estalinista cuando se produjo el asesinato. Y como variable adicional, hay que anotar que contra los pronósticos del propio Trotsky, el ascenso de masas de la segunda posguerra fue capitalizado políticamente por la burocracia de Moscú que lejos de debilitarse se consolidó como la más poderosa superestructura obrera del mundo al servicio de la contrarrevolución. La Internacional quedó en manos de dirigentes no probados en grandes confrontaciones de la lucha de clases provenientes de la intelectualidad de clase media europea y que erraron políticamente en las oportunidades más importantes que se le plantearon al movimiento en ese período. Dio respuestas sectarias al fenómeno de las expropiaciones en el Este Europeo, a la Revolución China y Cubana. Posteriormente impactados por el peso del estalinismo y para salir de la marginalidad, claudicaron a todos los elencos dirigentes que estuvieran al frente de procesos de movilización revolucionaria mimetizándose con ellos y elevando a estrategias permanentes las tácticas correctas de tener políticas hacia las direcciones traidoras con apoyo de masas, liquidando así la perspectiva revolucionaria para el movimiento trotskista. En ese escenario, sobresale la lucha principista de Nahuel Moreno, fundador de la corriente que nosotros integramos, pechando a izquierda y derecha contra sectarios y oportunistas para construir partidos revolucionarios con peso de masas aprovechando las oportunidades de la lucha de clases.

LA PRIMERA AFIRMACIÓN DE TROTSKY CORROBORADA POR LA HISTORIA Y LA ETAPA ACTUAL: LA DECADENCIA DEL CAPITALISMO
El trotskismo es la única corriente que ha definido de manera marxista por qué el capitalismo no tiene ningún tipo de respuesta para la humanidad y que desde principios del siglo pasado es un sistema que está destruyendo a la civilización completa. Este es un debate, porque no todos los marxistas afirmaron esta tesis siempre. En la actualidad, dada la magnitud de la crisis del capital y su carácter a todas luces sistémico, muchos que abonaban la opinión de que el capitalismo se seguía desarrollando están retornando a un postulado que fue de Lenin y que Trotsky recuperó para la historia y lo colocó como premisa en el Programa de Transición: a saber, que a partir de la Primera Guerra Mundial el sistema de conjunto dejó de ser progresivo y por lo tanto había que destruirlo. Muchas corrientes del marxismo que opinaban eso, con los años y al hacerse dura la pelea fueron cambiando y planteando que tal vez el capitalismo sí desarrollaba algo, por ejemplo la revolución tecnológica. Hoy resulta difícil explicar que aunque hay celulares de última generación, también se calcula que este va a ser el siglo de las hambrunas generalizadas y no porque falte comida, sino porque el negocio es producir alimentos para los que tienen capacidad de compra y como el propio sistema es una “fábrica de pobres” son cada vez menos los que pueden comprar. De ahí, que las crisis económicas bajo el capitalismo son cada vez más crisis de “sobrea-bundancia” que de “miseria”. Se profundiza la crisis energética con la utilización de fuentes no renovables, y cero inversión en desarrollo de alternativas. El medio ambiente es objeto de la violencia irracional de la producción capitalista que pone en serio riesgo la continuidad de la vida sobre el planeta. En síntesis: esta tesis fun-dante del trotskismo es clave porque hubo muchas teorías de que el capitalismo se podía humanizar. «Si el capitalismo desarrolla las fuerzas productivas entonces hay que hacer reformas, no revolución». De esta definición del capitalismo deviene teoría y deviene qué tipo de organización política hay que construir. Porque si es cierto que el capitalismo puede desarrollarse o que se puede humanizar o que hay dos tipos de capitalis-mos, uno bueno y otro malo y si depende de quién gobierne, entonces en lugar de pelear por revoluciones hay que pechar por reformas progresivas. El trotskismo afirma lo opuesto y es la base política para la construcción de organizaciones revolucionarias para derrotar el sistema del capital. Por eso, como trotskistas en la actualidad peleamos en Venezuela para profundizar la revolución. No nos conformamos con el estadio en el que se encuentra ni ese proceso, ni el de Bolivia. Peleamos por la revolución permanente en Venezuela, Bolivia y todos los países. Por eso nosotros apoyamos el movimiento bolivariano pero no somos chavistas. Nosotros no asumimos más compromiso que con la clase obrera y el pueblo y con la revolución para derrotar al capitalismo. No hay otro sistema alternativo que pueda sacar a la humanidad que no sea el socialismo y para eso hay que derrotar al capitalismo.

MOVILIZACIÓN Y CLASE OBRERA COMO MOTORES DE LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES
Hay dos afirmaciones más que hacen a la vigencia del trotskismo como concepción revolucionaria: que la única vía para derrotar el capitalismo es la movilización independiente de masas y que el sujeto social de esa transformación no puede ser otro que la clase obrera. Estas son dos discusiones muy importantes. Por ejemplo: el parlamento, acumular poder o las elecciones, ¿puede llevarnos al socialismo? Nosotros creemos que no. Está demostrado por la historia que es tanto lo que hay que cambiar, que para hacer el socialismo hay que desplazar del poder a una clase social, la burguesía, que tiene muchos recursos y que va a pelear con todo para defender sus privilegios. Sólo se la puede derrotar con una gran movilización de masas. Esto no significa no aprovechar revolucionariamente las elecciones y el parlamento para hacer conocer las propuestas revolucionarias masivamente. Y esto es un debate importante porque ha habido otras discusiones. Por ejemplo, cuando la clase obrera no se moviliza ¿es la guerrilla la salida? Nosotros creemos que no, que si no hay movilización de la clase obrera y del pueblo no hay ninguna posibilidad de cambio social y eso lo atestigua la historia. La movilización es la garantía para que los procesos no se estanquen y retrocedan. Nosotros apostamos a la movilización para llegar al poder y parir nuevas instituciones, absolutamente democráticas en las que los trabajadores y el pueblo sean protagonistas absolutos de la planificación y la ejecución de los principales resortes económicos y políticos de la sociedad.¿Y cuál es la clase social que puede encabezar los cambios? Esta es otra polémica mundial porque desde distintas ubicaciones, incluso desde la propia izquierda, se llegó a afirmar ante el crecimiento de la desocupación y el tecnificación de la producción que la clase obrera no “iba más”. Por eso, no podía ser la clase que encabezara los cambios porque es una clase debilitada, disminuida y con poca capacidad revolucionaria por lo tanto hay que se trataba de buscar “sujetos sustitutos” de la clase obrera. En nuestra convencida opinión, estas tesis hicieron parte de la ofensiva ideológica más integral del imperialismo después de la caída del Muro de Berlín. De hecho, hay serias investigaciones consis-tentemente documentadas que demuestran que tomada la clase obrera de conjunto, con la proletarización de campesinado en el Asia y el proceso de desrura-lización global, hoy la clase obrera es más numerosa que a principios del siglo pasado cuando se tomó el poder en Rusia. La vitalidad de la clase obrera sigue intacta, de lo que se trata es de no perder el objetivo de hacerse y construirse políticamente con ella y avanzar o retroceder junto con ella. Esto no quiere decir tener una visión sectaria, porque de esto hay muchos trotskistas que sacan la conclusión de que es sólo la clase obrera y que no hay que tener política para casi ningún otro sector social o que hay que contraponer clase obrera a sectores medios y no es así. Esta es otra gran enseñanza del trotskismo. En Rusia no habría habido revolución si la clase obrera no acaudillaba el proceso, pero tampoco si no había una política para los millones y millones de campesinos que existían, que vieron en la clase obrera una alternativa para salir de su situación y apoyaron el proceso revolucionario que terminó expropiando a la burguesía. Hay que tener política hacia otras clases sociales, lo que no hay que perder de vista es que es la clase obrera la única clase revolucionaria que puede protagonizar los cambios sociales que hacen falta. La clase obrera es la única clase que sabe que no va a llegar a ser capitalista. La única que no tiene expectativas de ser patrón. La única cuya expectativa es tratar de lograr mejorar su nivel de vida y por eso se enfrenta irreconciliablemente con la clase de los capitalistas.

DEMOCRACIA OBRERA Y PARTIDO REVOLUCIONARIO: PRE REQUISITOS PARA LA LUCHA POR EL SOCIALISMO
Para lograr los cambios de fondo en la lucha anticapitalista se necesita la más amplia democracia y para pelear por la democracia hay que saber que el enfrentamiento es contra un enemigo brutal: la burocracia en todas sus variantes y también contra las presiones concomitantes que actúan sobre los propios revolucionarios. Es una ley de la lucha de clases, que una vez conquistada una posición hacia adelante por algún sector del movimiento de masas, se activan fuertes presiones sobre esa nueva conducción. La URSS se burocratizó porque no avanzó la movilización -y el proceso revolucionario en Europa- y de hecho, muchas veces pasa que se conquista un sindicato o un centro de estudiantes pero como el proceso no avanza rápidamente a que se logre sacar del poder a la burguesía de conjunto, o se ganen todos los sindicatos de una rama de la industria sino que esa nueva conducción queda aislada, es ahí donde se concentran fortísimas presiones. Hay corrientes políticas que opinan que una vez que los “revolucionarios” conducimos un organismo de masas, ya no hay que hacer más asambleas porque los revolucionarios somos la “garantía”. O que porque la clase está desmovilizada si le consultamos a lo mejor resuelve en un sentido “no-revolucionario” y entonces es mejor que resuelvan los dirigentes “combativos”. El tema de la democracia obrera es crucial. No se puede ser trotskista sin ser abanderado de la más amplia democracia, una democracia que incluso muchas veces hace que tengamos que saber perder votaciones y aceptarlas, porque de eso se trata, porque hace falta retroceder con la clase obrera y no sustituirla y creer que por eso se avanza cuando en realidad estamos retrocediendo. Vale la pena ser trotskista porque existe la burocracia y la única corriente que la enfrenta es el trotskismo. Es la única corriente que tiene claridad de que la burocracia es un cáncer en el movimiento obrero, los agentes del capital en el seno de las organizaciones de la clase. Y finalmente, si una lección del trotskismo tiene absoluta vigencia hoy, es que no hay otra posibilidad de dar esta pelea que no sea agrupándonos en un partido. No hay ninguna chance de que los trabajadores logremos derrotar a enemigos de la dimensión del imperialismo, a la burocracia y a la patronal si no construimos un partido que tiene que ser democrático y vertebrado alrededor de militantes comprometidos. Ser trotskista es también entender que sin un partido revolucionario va a ser imposible tomar el poder. Va a haber movilizaciones colosales y caída de gobiernos. Pero, sin partido revolucionario que luche por empalmar con las masas sin oportunismo ni sectarismo, siempre la burguesía o las direcciones traidoras van a ocupar el vacío de poder, que en política no puede existir por mucho tiempo.

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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda