miércoles, 8 de septiembre de 2010

A 70 años del asesinato de León Trotsky (1ra Parte)

LA VIGENCIA DEL SOCIALISMO REVOLUCIONARIO EN EL SIGLO XXI
Con este primer artículo que presentamos a los lectores de Alternativa Socialista, iniciamos un ciclo homenaje al gran revolucionario ruso al cumplirse 70 años de su asesinato a manos de un sicario a sueldo del estalinismo. El sentido de estas notas es el de revisar respetuosamente y críticamente, la trayectoria y principales enseñanzas de uno de los máximos dirigentes junto a Lenin de la más extraordinaria revolución obrera de la historia: la toma del poder por los bolcheviques en 1917 en Rusia. Aspiramos a aportar a la militancia obrera, estudiantil y popular, una visión resumida, pero profunda del enorme legado del todavía hoy vigente pensamiento y acción de Trotsky.

“Fui revolucionario durante mis cuarenta y tres años de vida conciente y durante cuarenta y dos luché bajo las banderas del marxismo”. Esta frase, perteneciente a su testamento resume sin duda el compromiso de Trotsky con la causa de los trabajadores, por un mundo sin opresión ni explotación. Efectivamente, Lev Davidovich Bronstein se incorporó siendo muy joven a la lucha contra el capitalismo. Siendo casi un adolescente conoció por primera vez la cárcel y el destierro en Siberia, de donde logra fugarse y llegar a Londres. Allí conoce a Lenin y a los principales dirigentes del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR). Es en ese momento que empezará a utilizar el seudónimo de Trotsky, nombre de uno de sus carceleros en Siberia.
En el año 1903, en el marco del II Congreso del POSDR realizado en Londres se produce la ruptura entre bolcheviques (mayoría) y mencheviques (minoría). Trotsky se opone a la concepción leninista de un partido centralizado y conspirativo que se convertiría en la marca de fábrica del Partido Bolchevique. Permanece durante algunos meses con los mencheviques pero luego rompe con ellos y se mantiene al margen de ambas fracciones hasta 1917.

REVOLUCIÓN PERMANENTE VERSUS REVOLUCIÓN POR ETAPAS
En esos años, Rusia atravesaba importantes convulsiones, agravadas por la derrota en la guerra con Japón (1905) que había aumentado la miseria y las penurias de las masas. La Revolución se aproximaba, y entre los socialistas rusos aparecían profundas diferencias.
Tradicionalmente estos marxistas habían considerado que la revolución rusa sería una revolución burguesa. Por ser Rusia un país atrasado las tareas fundamentales a resolver por esta revolución parecían similares a las de las grandes revoluciones burguesas democráticas de los siglos XVIII y XIX como la inglesa, la francesa o la americana: derrocar el absolutismo; conquistar las libertades y una constitución; liberar los campesinos de los resabios semifeudales; crear un mercado nacional unificado para asegurar el rápido desarrollo del capitalismo industrial, indispensable para preparar la victoria de una revolución socialista futura. De ello se desprendía una política de alianzas entre la burguesía liberal y el movimiento obrero, donde éste sólo debía luchar por objetivos inmediatos (jornada de ocho horas, libertad de organización y de huelga, etc.), y presionar a la burguesía para que completara lo más rápidamente posible la obra de “su” revolución. Esta era la concepción de los mencheviques, y la razón de la ruptura de Trotsky con ellos. Lenin rechazó esto. Recordó el análisis de Marx de que cuando el proletariado aparece en la escena política, la burguesía por temor a una revolución obrera se desliza hacia el campo de la contrarrevolución. Siguió sosteniendo el análisis de las tareas históricas de la revolución rusa, tales como las habían formulado los marxistas rusos. Pero dedujo del carácter contrarrevolucionario de la burguesía la imposibilidad de realizar estas tareas mediante una alianza entre la burguesía y el proletariado. Sustituyó esta idea por la de una alianza entre el proletariado y el campesinado. Para Lenin esta “dictadura democrática de los obreros y campesinos” se daría sobre la base de una economía todavía capitalista y en el marco de un Estado todavía burgués. Pero añadía que esto sólo podía lograrse con un partido disciplinado y compuesto por militantes como el bolchevique. Este fue sin duda su monumental aporte. Trotsky se opuso a esta concepción: señaló la incapacidad del campesinado para constituirse en una fuerza política autónoma, ya que este acepta siempre, en último análisis, la dirección burguesa o la dirección proletaria. Por lo tanto, la suerte de la revolución depende de la capacidad los obreros para hacerse con la hegemonía política en el seno del movimiento campesino, estableciendo la alianza entre obreros y campesinos bajo su dirección. En otras palabras: la revolución rusa sólo podía triunfar y realizar sus tareas revolucionarias si los trabajadores conquistaban el poder político y establecían un Estado obrero, apoyándose en su alianza con el campesinado trabajador.La teoría de la revolución permanente proclama por tanto que, debido a vínculos que atan a la burguesía llamada “nacional” o “liberal” en los países subdesarrollados al imperialismo extranjero por una parte, y a las antiguas clases poseedoras por la otra, las tareas de la revolución democrático-burguesa (revolución agraria, independencia nacional, libertades democráticas, unidad nacional) sólo pueden realizarse mediante la instauración de un gobierno de los trabajadores, apoyado en el campesinado trabajador. Pero Trotsky no le daba mayor importancia al problema de la construcción del partido que pudiera dirigir a las masas a la revolución, y confiaba en una pronta unificación de los bolcheviques y los mencheviques.

EL PARTIDO DE LENIN Y TROTSKY
Habrán de pasar catorce años de lucha fraccional, de acerca-mientos y distancias para que Trotsky cambie su posición. Dos revoluciones serán necesarias para que Trotsky saque la conclusión de que sin el Partido, la insurrección espontánea de las masas jamás podría tomar el poder. Una nueva Revolución estalla en Rusia en febrero de 1917 y en abril, Lenin, tras su llegada del exilio, hace pública su posición a favor de una República de soviets de diputados obreros, campesinos y labradores en todo el país, de abajo hacia arriba. Tal planteo, expuesto en sus célebres Tesis de Abril se correspondía íntegramente con la teoría de la revolución permanente de Trotsky.
Trotsky mantiene poco tiempo después una entrevista con Lenin, a quien manifiesta su renuncia a lograr una unión entre mencheviques y bolcheviques. Sin embargo Trotsky no ingresa automáticamente en el Partido sino que funda la interdistrital de Petrogrado, junto a varios líderes de la época, como Joffe, Riazanov, Lunacharsky, Pokrovsky, quienes no integraban a grupos bolche-viques ni mencheviques. Pero esta situación no durará mucho, y comprendiendo la importancia del partido para el triunfo de la revolución el VI Congreso del Partido Bolchevique será el marco para la fusión con el grupo de los interdistritos. Lo imposible se había hecho realidad, Trotsky se había hecho bolchevique. Lenin diría el 14 de noviembre de 1917 refiriéndose a él: “Hace mucho que Trotsky comprendió que era imposible una unión con los menche-viques y, desde entonces, no ha habido otro mejor bolchevique que él”. Se producía así la fusión de los dos grandes dirigentes. La concepción de la revolución de Trotsky y la concepción del partido de Lenin llegaban a una síntesis. La Revolución estaba a la vuelta de la esquina.

EL PODER Y LA GUERRA CIVIL
Había pasado poco más de un mes desde que los obreros tomaron el poder en Rusia en 1917, cuando la joven revolución sufrió el primer ataque imperialista. El 12 de diciembre de 1917 tropas inglesas y francesas ocuparon el puerto Murmansk en el norte de Rusia. Era el comienzo de lo que sería la invasión de 14 ejércitos imperialistas para derrotar la revolución socialista, y el inicio de una guerra civil que duró tres años.
Desde 1918 hasta 1921 la Rusia soviética sufrió los embates de los ejércitos extranjeros aliados a las fuerzas contrarrevolucionarias rusas. Tropas alemanas, inglesas, francesas, japonesas, checoslovacas, polacas, etc. intentaron a toda costa derrotar la revolución y evitar que se propagara al resto de Europa.
Para enfrentar esta agresión el poder soviético apeló a la movilización de los obreros y campesinos de Rusia. En Enero de 1918, un decreto dispone la creación del Ejército Socialista “…desde abajo, en base al principio de elección de los oficiales y del mutuo respeto y la disciplina entre camaradas”. En marzo de 1918, Trotsky es designado Comisario del Pueblo (ministro) para la Guerra, desde se abocó a la tarea de organizar, bajo el fuego enemigo, el Ejército Rojo. El triunfo de la Guerra Civil encuentra a Trotsky en lo más alto de su prestigio y también en el punto más alto de su colaboración política en equipo con Lenin. Sin embargo, el saldo de la sangrienta y costosísima guerra civil, la enfermedad de Lenin y los cambios en la composición del partido, anticipaban la dura etapa por venir: la lucha contra la burocratización en el seno del partido y la degeneración ideológica del mismo.


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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda