EN LA VEREDA DE ENFRENTE DE LOS TRABAJADORES Y DE LA DEMOCRACIA SINDICAL

Guillermo Pacagnini Coordinador
de la Corriente Sindical del MST
En cada una de las líneas se percibe un clima de triunfo, lo que ha sido ratificado en las asambleas realizadas. Sin embargo, PO y PTS, corrientes carentes de sensibilidad alguna para las necesidades obreras, se ubican equivocadamente.
El Partido Obrero, cuya ubicación ha sido completamente marginal durante toda esta pelea (confirmando su retroceso cualitativo en el movimiento obrero en general), de la mano de la pluma de Pitrola ha escrito en Prensa Obrera Nº 1.110 y en comunicados publicados en su web barbaridades alejadas de la realidad e interpretaciones capciosas para denostar el acta que refleja el logro de los trabajadores. Veamos.

Segunda falsedad: “es lo opuesto al reconocimiento del sindicato” (…) “El eje de la maniobra es un paquete de supuestas concesiones que elude la simple inscripción del nuevo sindicato” (…) “aceptan gato por liebre…. es una salida trucha” (…) “No existe tal figura jurídica”. Detrás de esta argumentación de seudoabogado, el PO intenta desconocer un hecho monumental: que los trabajadores le impusieron al ministerio y la empresa el reconocimiento de la totalidad de los delegados, incluso los que no tenían fueros previos; que obligaron a explicitar que tienen todas las funciones para la representación colectiva y hasta reconocer a la comisión directiva de un sindicato con nombre y apellido al que pretendían desconocer. El árbol de la inscripción gremial (a la que explícitamente los compañeros del subte no renuncian por cierto), y su brote de legalismo, le impide ver a Pitrola el panorama de conquistas y logros que impusieron los trabajadores con su correlación de fuerzas, no sólo organizativas sino abriendo la discusión por una serie de reclamos muy sentidos por los trabajadores. Si uno siguiera al pie de la letra el razonamiento legalista, adaptado a lo establecido por el régimen y el apego a la reaccionaria ley 23.551 que está demostrando el PO, podríamos decir que se equivocan completamente: lo explicitado en el acta, que resume lo arrancado por la lucha, suma más conquistas que las que establece a letra fría una simple inscripción gremial.
Tercera falsedad: “El reconocimiento de hecho del cuerpo de delegados, bajo la difusa ‘tutela’ de Tomada, no representa nada, pues ese reconocimiento se impone en los hechos, cotidiana-mente, por medio de la lucha”. Con esta afirmación, Pitrola certifica la marginalidad del PO respecto del proceso del subte y la total insensibilidad respecto de los problemas concretos de los compañeros. ¿Acaso no saben que producto de esta dura lucha y al no venir siendo reconocidos hay delegados a los que llevan descontados varios sueldos acumulados, que hay decenas de compañeros sancionados, que la empresa se vino negando a recibir a los delegados? Pasar de ser “ex delegados” a tener reconocimiento pleno, así sea por medio de un convenio de empresa, forma jurídica (que sí existe, muy a pesar de Pitrola) a la que el gobierno debió apelar para poder responder a esta lucha que se profundizaba y le había creado una crisis descomunal, la diferencia entre el día y la noche. Y así lo han valorado los trabajadores en su inmensa mayoría que votaron democráticamente salir a esta pelea y aceptar este logro fundamental en una lucha que sigue.

Ambas corrientes que saltan del sectarismo al oportunismo según las circunstancias, tienen un común denominador: se ordenan por sus necesidades de aparato y desprecian completamente las necesidades de los trabajadores. Consecuentes con ello, y con el agravante de hacerlo en medio de la lucha, atacan al compañero Segovia con artículos calumniosos como el del Prensa Obrera Nº 1.109, ponen en duda el atentado contra su familia como dejó entrever el PTS, bombardean la necesaria unidad del cuerpo de delegados frente a la patronal, la burocracia y el gobierno y ahora se colocan en la vereda de la burocracia de la UTA que ha salido furibunda contra el acta.
Una vez más el PO demuestra el histórico carácter pequeñoburgués y nada obrero de su dirección y la orientación consecuente con esa esencia que le imprimen a su partido, que tiene como práctica bastardear toda construcción donde no tienen alguna injerencia que apetezca sus ambiciones de aparato. Y, cada vez que tienen alguna incidencia, desarrollar prácticas burocráticas y aparatistas que los hace retroceder, como sucedió en el propio subte.
Y el PTS ratifica también su esencia estudiantilista de la cual, por más que hayan proletarizado algunos compañeros, no logran desprenderse. Muy por el contrario, siguen presa del infantilismo y los métodos burocráticos y divisionistas de todo lo que no puedan controlar.
Este apego notable a las prácticas del viejo modelo sindical burocrático debe ser un alerta para el nuevo activismo luchador que, en función de la pelea por una nueva dirección que promueva y practique un nuevo modelo sindical democrático, deben repudiar esos métodos y política.
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