martes, 28 de diciembre de 2010

Año 2010: a Modo de Balance

CAMBIO DE ESCENARIO Y NUEVOS DESAFÍOS
Comenzó la cuenta regresiva para el proyecto kirchnerista, golpe a la burocracia sindical, creciente bronca en las calles y nuevos aires políticos de cara al 2011…
La muerte de Kirchner fue un golpe muy duro para un proyecto que ya venía en decadencia. Fue el corolario de un mal año para los de arriba. Que arrancó con el affaire del pago de deuda con reservas y la ilusión de un supuesto fortalecimiento de los K. Pero sobrevinieron una serie de derrotas que colocaron las cosas en su real dimensión: el fracaso de un proyecto fabricado sobre el doble discurso. La ley de glaciares (un palo en la rueda de la entrega patrimonial), el veto al 82% (un sinceramiento crudo del falso progresismo), la derrota de su amigo Yasky en la CTA (y el intento de sumarla a la pata sindiKal), fueron arrinconando al gobierno bravucón. La muerte de Ferreyra a manos de la patota de Pedraza, fue tal vez un golpe decisivo. Mostró la alianza de los K con una dirigencia desprestigiada, corrupta, asesina y ligada a los negociados de las tercerizadas, que creó el menemismo y ellos mantuvieron. Mostró las huellas profundas en un pueblo que no legitima crímenes e impunidad desde que tumbó a la dictadura y que se moviliza por el castigo. Que ha obligado (hasta ahora) a los de arriba a dosificar la represión, lesionando una vez más el verso de los K de los DDHH, que luego se terminó de derrumbar con la represión en Formosa y los hechos de Soldati.

LA NECESIDAD DE NORMALIZAR Y UN CAMBIO EN EL GOBIERNO
En medio de su debilidad, el gobierno se ve obligado a ensayar cambios importantes. No sólo para responder a la coyuntura sino a los estigmas que dejó el Argentinazo. No es el primer intento. Al iniciar su mandato, aprovechando el capital político de su marido, CFK intentó un golpe de timón hacia “normalizar”. Un reclamo del establishment de volver a un país normal a la medida de sus negocios, a un gobierno “clásico” y un régimen con recambio de partidos e instituciones que funcionen. Recomponer ese régimen, desmantelado desde el Argentinazo, fue la tarea por la que trajeron a Kirchner, que solamente logró a costa de un gran autoritarismo recomponer la figura presidencial. Pero la rebelión de los pequeños productores agrarios y la bronca popular que se canalizó en esas semanas de agitación social, le hicieron volar los planes por los aires. La muerte de K hace desparecer ahora también al “hombre fuerte” que hacía las veces de “plomero” del edificio derruido.
Pasado el “efecto luto”, Cristina comienza a “derechizar” su gobierno. Los sectores más conservadores comienzan a marcar el ritmo sobre la emergencia cruda de debilidades estructurales y políticas del kirchnerismo residual.

CRISTINA SE SACA EL MAQUILLAJE CON LA MANO DERECHA
Dejando de lado el doble discurso que cada vez tiene menor margen de credibilidad, varias son las señales del cambio de rumbo que han merecido elogios desde los cenáculos del establishment y hasta distensión en algunas peleas de superficie, como por ejemplo con el grupo Clarín. Veamos.
Normalizar las relaciones con el imperialismo. La vuelta del FMI y sus manos en el INDEK, los planes de pago al Club de París, el perfil de la cumbre de presidentes sin Chávez ni Evo y su alineamiento con Brasil, el solidario silencio con los escándalos de Wikileaks. La refracción de la crisis capitalista internacional -más allá de los ritmos- obliga a abandonar la retórica de resistencia al imperio. No hay margen para relaciones carnales, pero sí para estas pruebas de amor.
Otra vez el Pacto Social. Un nuevo intento de institucionalizar un frente único con la patronal y la burocracia que “vaya más allá de un acuerdo de precios y salarios”. Poner topes al salario, cerrojo a las paritarias y moderar la puja que amenaza venir fuerte hacia marzo, fortaleciendo las aspiraciones patronales frente a la endeblez de la economía y apuntalando a la burocracia corroída desde arriba y desde abajo. La debilidad de la burocracia y la crisis política atentan contra su éxito.
Fortalecer el viejo modelo sindical. Seguir hostigando a la CTA y apuntalando a Yasky, pese a que perdió con acciones de injerencia del estado, va en el mismo sentido. Necesitan contener conflictos y frenar a las nuevas direcciones. Recomponer el PJ. Muerto el jefe y su proyecto, hay que poner uno nuevo en pie, algo imperioso para la gobernabilidad en la transición al 2011 y de cara al futuro. Hay nuevas relaciones con el peronismo federal, priman los sectores del viejo aparato. De la Sota, Reutemann, De Narváez… el museo de cera de la vieja política cosecha sonrisas hacia un proyecto nuevo.
Tercerizando la represión. Es evidente que la criminalización de la protesta no alcanzó. El crimen de Ferreyra inauguró un intento desesperado de apelar a la represión más directa o tercerizada por patotas sindicales o de barrabravas. Formosa y las balas policiales. Soldati, la Federal K y la Metropolitana de Macri, junto a los grupos fachos paraestatales. El costo político será importante, en el país de la revolución democrática del 82 y del argentinazo que condenó socialmente la represión directa.
Este giro del gobierno va a producir más desgaste político y más respuesta en la calles. Disipando el “efecto luto”, la desaprobación de la gestión CFK ya creció más de 11 puntos al 42,7% (Managment & Fit).
Lejos de un escenario de derechización social como vaticinan algunos, el nuevo rostro del gobierno parece un revulsivo en frente a un pueblo que demanda un cambio de signo opuesto.

ESA “OPOSICIÓN” QUE NO LOGRA SER ALTERNATIVA
El kirchnerismo en retirada, deja un vacío político enorme que la oposición tradicional no logra capitalizar porque insiste en ubicarse a la derecha del espectro nacional. Al mismo tiempo presenta al frente figuras de la vieja política y personajes reciclados. Por ello naufraga en la falta de respuesta, se divide más y las otrora promesas de un ala panradical y un ala peronista, se dividen y pierden fuerza. Por lo pronto hay una reconfiguración del mapa. El ACyS es el “desacuerdo” cívico. Se dividió. Carrió emigró en soledad y devaluada. Los radicales tienen tres presidenciables, que le hacen sombra al prefabricado carisma alfonsinista. Y el Peronismo Federal se mimetiza y diluye en el nuevo perfil de derecha del kirchnerismo. Macri se queda solo, con la crisis de su gobierno, el bloque dividido y el golpe pos represión en la ciudad; su perfil derechista no cuaja con el humor social.
Es evidente que es el régimen el que no goza de buena salud. Y que la burguesía sigue apuntalando a Cristina como única garantía de gobernabilidad. Y siguen sufriendo frente a un año electoral donde el recambio todavía es una expresión de deseos.

EL PEOR AÑO PARA LA BUROCRACIA Y UN CAMBIO EN EL MAPA GREMIAL
Este ha sido un año negro para la burocracia: profundizó su crisis por arriba, pegó un salto su desprestigio social y la ruptura con la base obrera cansada de traiciones. Ha recibido golpes decisivos que agravan esa dinámica y nos pone a las puertas de un cambio en el mapa gremial. Mejores condiciones para que se exprese lo nuevo. El proceso de recambio que viene madurando, con claroscuros, desde hace años, incentivado por el Argentinazo. Cuatro grandes hechos de distinta implicancia grafican esto. La causa de los medicamentos adulterados que le costó la cana a Zanola y que ahora salpica a Moyano, muestra su desprestigio y su ligazón con corruptelas y negociados con las obras sociales. El segundo hecho, la muerte de Ferreyra reactualizó brutalmente su rol patotero, que venía ejerciendo en el Subte, Terrabusi y tantos procesos para barrer a los nuevos delegados. Dinamizando la pelea de las tercerizadas. El tercero, fue la ruptura de la conducción histórica de la CTA, que, de la mano de la derrota de Yasky y la unidad encarnada en la triunfante Lista 1, ofrece la posibilidad de resolver por la positiva el surgimiento de un polo de reagrupamiento que ayude a desarrollar a las nuevas direcciones.
El cuarto hecho es la inscripción gremial para el nuevo sindicato del subte: corolario de una larga lucha que sigue, una derrota del gobierno, de la patronal y de la burocracia de la UTA y un caso testigo contra el viejo modelo.
Demuestra que estamos a las puertas de un nuevo mapa. Y una nueva oportunidad. Por más que sigan controlando los aparatos sindicales, la burocracia de la CGT ha profundizado su crisis y no maneja por abajo.
El proceso de recambio sigue avanzando esencialmente a nivel internas y delegados. Y allí también despunta un nuevo mapa. La izquierda sectaria está en retroceso. Su incomprensión de la crisis de la burocracia y de los fenómenos en la CTA, los lleva a ser funcionales al gobierno, los aleja del activismo que quiere luchar y forjar una nueva dirección. Asimismo sectores combativos con los que venimos articulando, por ejemplo, en la oposición docente, han hecho una lectura y una política equivocada de los nuevos fenómenos y se estancan o retroceden.
Lamentablemente la reproducción de métodos que más tienen que ver con el viejo modelo que con la democracia sindical y la negativa a elevar el proceso sindical dando respuesta también en el terreno político, los aleja de las nuevas camadas de luchadores que buscan una nueva dirección que responda a sus necesidades reales de los trabajadores. Deben reflexionar y sumarse al espacio nuevo que va despuntando a partir de lo sucedido en la CTA y los procesos políticos y sindicales más de conjunto en el movimiento obrero.

FIN DE AÑO CON BRONCA
Jubilados cortan las calles porque no cobran, tercerizados del Roca cortan las vías por trabajar en negro, barrios que protestan por la falta de luz, inicio de la puja salarial frente a una canasta inalcanzable… Es el cierre caliente de un año jalonado por luchas obreras de los estatales, docentes, de la salud, petroleros, transporte, bancarios y sectores de la alimentación, entre otros.
La “nueva reactivación” no trajo redistribución y la inflación coloca un horizonte de nuevas peleas para romper el candado de las paritarias y por un aumento general de salarios. También contra la precarización y las tercerizadas y por la libertad sindical. Seguirán los reclamos vecinales por tierra y vivienda. Y por la distribución democrática del “Argentina trabaja” y la ayuda social desde los sectores organizados de desocupados.
Los estudiantes volverán como cuando tomaron colegios o habrá nuevas rebeliones como las de Córdoba. En un año “electoral”, las luchas tendrán una fuerte impronta en el orden del día del escenario nacional. Y recordarán que el fantasma del argentinazo puede tallar desde abajo y en el marco de la endeblez del armado político de los de arriba. Allí, en esas peleas madurarán los nuevos dirigentes y se probarán los proyectos políticos con vocación de poder, como Proyecto Sur. En eso desde el MST bregaremos, a la par de hacer una gran campaña electoral por Pino presidente.

LA PERPECTIVA Y UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIAR
El fantasma del Argentinazo se hizo presente cuando asesinaron a Mariano Ferreyra, en Soldati y en cada lucha o crisis, que puede terminar en un cambio brusco de escenario. Vendrán seguramente nuevos “días de desgobierno y vacío de poder” (Clarín ante los acontecimientos de Soldati). En ese marco los desafíos de los luchadores para el 2011 serán: intervenir y apoyar las luchas, abonar a que desde la nueva conducción de la CTA se impulse un polo de reagrupamiento que esté a la altura de las demandas e intervenir en elecciones sindicales para que avancen las nuevas direcciones. Hay que aprovechar esta combinación extraordinaria de cuestionamiento al paradigma capitalista, de vientos de cambio Latinoamericano y de debacle K para fortalecer al MST y al Movimiento Proyecto Sur. Para hacer una gran campaña por Pino Presidente y para hacer más grande esta alternativa antiimperialista y de ruptura con el modelo después de las elecciones.

Guillermo Pacagnini

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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda