domingo, 31 de enero de 2010

La Deuda Externa, Instrumento de Dominación al Servicio del Imperialismo

NO HAY QUE PAGAR LA DEUDA EXTERNA
Los Kirchner mintieron cuando dijeron que era un tema terminado. Le quieren seguir pagando a los usureros a costa de mantener y agrandar la deuda interna con el pueblo.

Gerardo Uceda
Mientras la crisis económico-político-institucional se sigue profundizando y Redrado no se decide a dejar el BCRA, muchos se preguntan: ¿Cristina se volvió loca y le dio “la fiebre del pago”?. Nada de eso. Los Kirchner tienen una larga trayectoria de pagar la deuda. Así lo hicieron con el megacanje primero, con los diez mil millones que le pagaron al contado al FMI y que ahora termina en este embrollo del Fondo del Bicentenario para pagarle más de 6.500 millones de dólares a los bonistas externos. Por eso, más allá de los dobles discursos a los que nos tienen acostumbrados, este último intento de pagar es parte indisoluble de la estrategia del gobierno. No debemos permitirlo, ni un peso más debe salir del país para pagar la fraudulenta deuda.
Cuando hace ya más de un mes Cristina anunció que crearía el Fondo del Bicentenario, es decir, destinaría más de 6.500 millones de dólares de las reservas del Banco Central a pagar a los bonistas extranjeros que habían quedado por fuera del canje, nunca se imaginó la tremenda crisis económico-político-institucional que se le venía encima. Nunca pensaron que un servil alumno del establishment como Martín Redrado se opondría a que se usaran las reservas para cancelar estas “obligaciones de pago”.
Para un lector distraído, esta situación aparecía como el mundo del revés, donde la «progresista» Cristina quería pagar la deuda y el liberal Redrado se oponía. Nada más lejos de la realidad. Como veremos los Kirchner tienen una larga trayectoria de pagar la deuda, de hecho el matrimonio ha sido el que más plata al contado ha pagado en la historia del país. Por más dobles discursos, cubiertos con un barniz de progresismo que pronuncien, los datos son incontrastables, el pago religioso a los acreedores ha sido la línea roja que guió siempre la conducta del gobierno. Y si hoy se ha desatado esta profunda crisis, no se debe a un cambio de conducta ni de roles como pretenden desde la oposición tradicional, sino a profundos cambios en la situación política del país, con un gobierno extremadamente débil y enfrentado con las masas, con la burguesía dividida y con dudas de la capacidad de Cristina de continuar sirviéndole para sus grandes negocios, con una oposición que pretende rearmarse y trata de sacar tajada de los desatinos del gobierno.

EL PASADO LOS CONDENA
Para ubicarnos de qué estamos hablando cuando decimos que la línea estratégica del gobierno de los K fue siempre pagar, hagamos un poco de historia. Cuando Néstor asumió la presidencia, el país tenía muy frescas las llamas del Argentinazo por un lado, y por otro contaba con el colchón que significó la devaluación aplicada por Duhalde que garantizaba buenos negocios para la gran burguesía nacional que unánimemente apoyó su gestión. Sumado a esto la Argentina había declarado el no pago (default) de 103.000 millones de dólares, de un total de 190.000 millones que se debían, ya que al FMI, al BM y al BID que eran considerados “acreedores privilegiados” nunca se les dejó de pagar ni se les cuestionó su deuda.
Fue para 2005 cuando los buitres consideraron que esas llamas se habían apagado y había que presionar nuevamente para cobrarse estos 103.000 millones. Kirchner, con su acostumbrado doble discurso, nos vendió el “megacanje” como la mejor negociación del mundo. En realidad lo que hizo fue reconocerle a los acreedores externos 62.000 millones de dólares de una deuda que era cuestionada, incobrable, por 35.000 millones de bonos nuevos, frescos, o sea la quita real presentada como maravillosa fue de sólo 27.000 millones, sobre un total de 190.000 iniciales y que encima con los intereses pactados a 33 años, termina otra vez superando lejos los 190.000 iniciales.
La deuda que fue canjeada, volvió otra vez a manos de los bancos ya que los bonistas privados no pudieron aguantar y tuvieron que vendérselos a menos de su valor nominal. Encima, con estos nuevos bonos: “La Argentina renunció a cualquier objeción sobre la legitimidad de las acreencias” dicho en palabras simples, Néstor renunció a verificar si los papeles de deuda que poseían eran reales o truchos El megacanje fue un “meganegocio” para los acreedores y un gran pirulín que vendió el gobierno hace ya cinco años. Claro eran otros tiempos, Néstor contaba con el apoyo de la gran burguesía, la oposición era inexistente y los medios de comunicación untados por los dineros de la propaganda oficial cantaban loas a la negociación.
Ya al final del gobierno de Kirchner, el FMI viendo que el país tenía reservas, que la popularidad del presidente bajaba y el gasto público crecía a la par de la necesidad de compra de voluntades, decidió apretar el acelerador y exigirle el pago de 10.000 millones de dólares. Nuevamente afloró el doble discurso y fue entonces que nos quisieron vender que pagando al contado esos 10.000 millones, estábamos pagando la deuda externa y que ya nadie se metería en nuestras cuentas, que nos librábamos para siempre del FMI y otras mentiras por el estilo.
Pagamos y seguimos debiendo más de 160.000 millones de dólares. Claro que para hacer esta negociación los Kirchner tuvieron que salvar a Martín Redrado de una causa para que pusiera la firma y se concretara el pago. Sí, el mismo Redrado que ahora aparece como opositor a la utilización de las reservas.
Ahora, crisis económica mundial por medio y con un gobierno decadente, cuestionado por todos y con un panorama de crecimiento del déficit y caída en la recaudación, nuevamente los buitres internacionales vienen por la plata que sangre, sudor y lágrimas le cuestan al pueblo argentino. Esta vez los que vienen a rapiñar son directamente los bonistas extranjeros que no entraron en aquel megacanje del que hablamos, reclaman en papeles más de 20.000 millones de dólares más otros 10.000 de intereses. Esta deuda con los bonistas y el Club de París es de las más truchas porque más de la mitad es deuda contraída por la dictadura y lo que Cristina pretende reconocerle es casi el 35% del total original, cuando en el 2008, sin hacer ninguna negociación brillante, la misma no valía más del 20%. Vienen con todo y apurados porque temen que con las condiciones de crisis actuales, se empiecen a evaporar las reservas del Central y no puedan cobrarlos más. Es para pagar a estos chupasan-gres que Cristina quiere usar las reservas que se juntan gracias al esfuerzo del pueblo argentino.


¿POR QUÉ QUIERE PAGAR?
Cualquiera podría preguntarse, si lo bonistas quedaron fuera del megacanje y hace años que están sin cobrar, ¿cuál es el apuro de pagarles ahora y generar todo este lío? Sobre todo estando el gobierno tan débil y habiendo tanto descontento interno, ¿qué necesidad tiene Cristina de profundizar su crisis, pudiendo utilizar esa enorme cantidad de plata para atender otras demandas más urgentes? Para responder a interrogantes de este tipo, uno tiene que ubicarse en la lógica del gobierno y no desde la lógica común del pueblo y sus necesidades.
Los Kirchner, por más barnices de progresismos que se den encima, son un gobierno que responde hasta la médula a los intereses de la gran burguesía nacional e internacional. Esta burguesía hoy no tiene prácticamente nada de nacional, o son socios minoritarios de las grandes multinacionales o sus intereses son completamente comunes con el gran capital económico-financiero internacional. Por eso cuando las condiciones externas de crisis mundial aprietan, los pulpos intentan recuperar dinero de cuánto lugar puedan. Las reservas declaradas por casi 50.000 millones por la Argentina son un excelente lugar donde cobrarse. Por otra parte, y esto era sabido ya hace más de cinco años, las obligaciones de pago de los bonos emitidas por el país son impagables, sencillamente porque el monto global de la deuda es igual al PBI del país y los intereses acordados son superiores al crecimiento del mismo PBI. Dicho sencillamente, jamás podremos pagar lo que debemos y sus intereses porque los intereses crecen más de lo que se recauda. Cuando por circunstancias excepcionales, como puede ser el valor de los granos como la soja, se recauda más de lo previsto, entonces se recrea la ilusión que vamos a salir, que acumulamos reservas, etc.
Pero la realidad es implacable, más tarde o más temprano, ese veranito se acaba y se entra en zona de peligro. Es lo que estamos viendo ahora, que cae la recaudación, aumenta el déficit fiscal y peligra la capacidad de pago. Primero Cristina echó mano a los fondos de las AFJP-ANSES, pero esto también se acaba. El gobierno necesita plata fresca, porque no hay inversiones netas que garanticen un aumento real del PBI y un crecimiento de la economía que permita pagar con recursos propios. Por eso, en la lógica del gobierno, si pagan estos 6.500 millones, tienen la esperanza de ser considerados un país normal, que cumple con sus obligaciones y por lo tanto tiene derecho a crédito externo a menores intereses, lo que en su calculadora le permitiría ir tirando y ver si llegan sin un estallido económico al 2011.
En definitiva, el pagar para Cristina es un intento de mostrar un país más serio, lo que mejoraría las relaciones con el gran capital nacional e internacional y conseguir dinero fresco a intereses menores. Finalmente el utilizar las reservas para pagar la deuda, le permite a Cristina utilizar la plata que en el presupuesto de 2010 estaban destinados a pagar la deuda, para usos políticos propios, lo que todos conocemos como la “compra de voluntades” con la idea de que Néstor vuelva a presentarse a elecciones en el 2011.
Lo cierto es que al pagar se está dilapidando la plata del pueblo en el pozo ciego de la usura internacional. Significa una vuelta de rosca más al endeudamiento, por mucho más de los 6.500 que se pagarán ahora y una nueva vuelta al circulo vicioso de pagar para endeudarse más y volver a pagar lo impagable.

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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda