domingo, 17 de enero de 2010

Libros: "El Partido Bolchevique"

EL PARTIDO BOLCHEVIQUE (PIERRE BROUÉ)
Ediciones Alternativa


EPÍLOGO A LA EDICIÓN DE 1963 (fragmento)
"...El socialismo empero demuestra más que nunca, su necesidad histórica, no ya la caricatura del socialismo erigida durante treinta años de estalinismo y desenmascarada en unas pocas semanas por los jóvenes húngaros y polacos, sino el socialismo a escala de todo el planeta. Ya no es posible hacerse ilusiones: el siglo XX ha presenciado el resurgimiento de las más bárbaras formas de opresión, dotadas de unos medios científicos y técnicos sin precedentes y, con el nazismo, la más sistemática -y más realista- empresa de destrucción de una parte de la Humanidad que recuerdan los siglos: ha sido como una premonición de la barbarie, de un castigo reservado por la Historia a la Humanidad si acaso ésta no fuera a deshacerse a tiempo de las superestructuras económicas, sociales y políticas que la condenan a la autodestrucción con la eficacia, que suponen las armas termonucleares. Como escribió Brecht, <<es fecundo el vientre de donde salió la cosa inmunda>> Al desarrollar como lo ha hecho los medios de producción, el capitalismo ha sentado igualmente los cimientos de unas formas superiores de organización económica y social cuya resignación es de todo punto incompatible con su supervivencia. En su era, la segunda revolución industrial y tecnológica se inicia con la fabricación masiva de armamentos atómicos; su destrucción es necesaria para permitir el pleno desarrollo de las fuerzas productivas que se puede esperar de los progresos de la ciencia y la técnica. La automatización que crea la posibilidad de suprimir a la vez asalariados y consumidores, mano de obra y mercados, parece sentenciarlo tan fatalmente como todas sus contradicciones anteriores.
En la actualidad, es de buen tono en ciertos medios que se autodenominan socialistas, subrayar las características del capitalismo occidental para extraer de ellas un cierto número de conclusiones generales acerca de las "nuevas" leyes de desarrollo social, describir "nuevas" estructuras sociales que pondrían en tela de juicio la existencia de la lucha de clases y, en consecuencia, afirmar su confianza en las posibilidades, de "evolución del capitalismo".
Ciertamente es ésta una afirmación sorprendente sobre todo cuando se debe a un hombre cuyo oficio es escribir y comprender la historia, una historia que no puede partirse en porciones de uno o varios años y menos aún en el siglo de las guerras mundiales y de las revoluciones en todo el mundo. Los sectores privilegiados de los trabajadores y de la pequeña burguesía, originados y alimentados por el capitalismo, han aspirado siempre a una "evolución" precisamente porque la posibilidad de un movimiento socialista, de obvio carácter nivelador les asusta, les hace retroceder. Hace más de cincuenta años, los marxistas caracterizaron ya la creación de una aristocracia obrera como un fenómeno de auto-defensa de la burguesía, análogo a la utilización de la expansión imperialista cuyo objeto no es sino el robustecimiento de este escudo protector de los intereses de la clase dominante.
También es cierto que los trabajadores de Norteamérica y Europa occidental constituyen globalmente una especie de aristocracia obrera que se sitúa por encima de la masa mundial de trabajadores subalimentados, de los mineros bolivianos y katangueñis, de los guajiros cubanos y de los coolies de todo el mundo. Pero, a partir de 1917, el hecho histórico más importante es precisamente que la conmoción revolucionaria que agita a los pueblos, antiguamente colonizados, vuelve a poner en entredicho ese relativo privilegio, comprometiendo decisivamente un equilibrio bautizado con demasiada premura como "evolución". La revolución americana se ha iniciado en las sierras de Cuba, en las plantaciones y en la fábricas azucareras, pero su batalla decisiva se reñirá sin duda tarde o temprano en las metrópolis industriales de Nuevo Continente como Detroit o Pittsburg, una vez que los obreros y campesinos cubanos, chilenos, peruanos, brasileños y argentinos hayan zapado definitivamente los cimientos del imperialismo yanqui en sus propios países. No menos cierto es que, en los países capitalistas avanzados, los partidos y sindicatos obreros han desarrollado unos aparatos conservadores que obstaculizan con un peso enorme una toma de conciencia fatalmente revolucionaria, conjugando sus esfuerzos con los de las clases dominantes cuyos medios de difusión y modernas técnicas publicitarias -cine, radio y televisión- se emplean profusamente para anestesiar y confundir a los trabajadores. El "panem et circenses" no es desde luego, un procedimiento original, mas lo que servía en el caso de una plebe romana ociosa y desarrapada, no puede en modo alguno aplicarse al obrero de nuestros días.
Ciertamente, resulta infinitamente más difícil construir un movimiento obrero revolucionario en los países avanzados de lo que fue a principios de siglo en la Rusia zarista, pero la dificultad de una empresa no nos autoriza a dudar de su necesidad. Los bolcheviques, conscientes de ella -el propio Lenin la acentuó en infinidad de ocasiones- terminaron sin embargo por subestimarla puesto que, en definitiva, en ningún lugar llegó a constituirse un partido parecido al suyo y menos aún el partido mundial que creyeron erigir al fundar la Internacional Comunista. Para todos aquellos que pretendan tomar su relevo, la agudización de la crisis del capitalismo y de la burocracia constituyen en la actualidad poderosos factores favorables, los únicos "nuevos" en el esquema, de fuerzas mundial. Esta es la razón de que la revolución socialista mundial -salvo para los estúpidos, los ignorantes o los malintencionados nunca ha podido limitarse a la "gran noche"- siga siendo una consigna de absoluta actualidad, inclusivecuando exige el inmenso esfuerzo previo de construcción del partido mundial que constituiría su instrumento histórico. A este respecto, la historia ha confirmado la lección de 1917 añadiéndole este importante factor: la experiencia de estos decenios ha introducido en el ánimo de millones de trabajadores la simple convicción de que, como decía la joven china cuyo pensamiento se desarrolló durante el período de las Cien Flores, el verdadero socialismo sólo puede ser muy democrático y su realización sólo es concebible si se hace por todos y para todos, a escala mundial.
Las perspectivas abiertas a la humanidad por los presentes hallazgos científicos sobrepasan incluso nuestra capacidad de ensueño; pero, para conquistar el futuro, es preciso dominar el presente..."

SOLICITÁ LA EDICIÓN HOMENAJE A 90 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA

No hay comentarios:

Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda