martes, 26 de enero de 2010

Cumbre Mundial por el Clima en Copenhague:

ROTUNDO FRACASO CON LÓGICA CAPITALISTA
La prensa mundial denominó como “fracaso” a las negociaciones desarrolladas en la “Cumbre por el Cambio Climático” realizada en diciembre. De lo único que se habló a la hora de propuestas concretas fue de dinero.

Cientos de delegados de la mayoría de los países debatieron caracterizaciones y propuestas para disminuir los efectos del calentamiento global, pero fue un fracaso.
Durante un nuevo y frustrante encuentro de líderes mundiales para resolver la cuestión del calentamiento global fueron más las medidas propuestas que rozaron lo irrisorio que las proposiciones de verdaderas soluciones a una problemática de semejante gravedad y alcance mundial. A pesar de las manifestaciones de miles de militantes europeos que se reunieron en las calles de la capital danesa para expresar su descontento con las políticas desarrolladas por las potencias en dicho terreno, los líderes mundiales hicieron oídos sordos. Así fue que se propuso la creación de grandes fondos con miles de millones de dólares para los mas diversos objetivos, pero no se habló de modificar de raíz las actividades económicas del hombre, que han producido, en los últimos 200 años de capitalismo, más daño a si mismo y más destrucción a su medioambiente que en los miles de años anteriores que llevamos como especie animal sobre la tierra, viviendo y reproduciéndonos. Los capitalistas no pueden imaginar la solución de ningún problema sin dinero de por medio. Esa omnipotencia compradora de realidades encontró un certero tope en el clima y su modificación cada vez más amenazante para la especie humana.

TODO SU DINERO ES PAPEL MOJADO
El gran teatro mediático, montado con millones de dólares por los propagandistas del capitalismo, no fue suficiente para esconder la principal contradicción que encierra el problema: el calentamiento global se produce por la emanación a la atmósfera de millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), que es un gas producto de la quema de combustible fósil (petróleo y sus derivados) para la producción de energía eléctrica (centrales termoeléctricas) o para mover vehículos. A mayor consumo de energía, mayor es la creación de riqueza, pues la mayor cantidad de energía producida es utilizada en la industria y en transporte, sectores estratégicos de la “economía real” del sistema capitalista, que no piensa ni puede resignar porque sencillamente se desintegra.
De esta manera resulta hasta iluso pensar en la probabilidad de que las economías más desarrolladas (EEUU, China y los principales países de la Unión Europea) pongan algún tipo de freno a su consumo de combustible (actividad económica) en beneficio de la totalidad de la población mundial. Es mas, todo lo contrario, pues constantemente piratean al resto de los países para sostener ese consumo. Por eso sus “máximos esfuerzos” sólo llegan a formales compromisos que nada significan en verdad, declaraciones vacías, buenas intenciones que rebuscan desesperadamente la solución dentro de su lógica de consumo.
Lamentablemente, el enfrentamiento del hombre con la naturaleza ha llegado a instancias tan ineludibles y obvias que está claramente planteada la posibilidad de una destrucción masiva de gran parte de la humanidad y del planeta. Y la burguesía internacional no está preparada, está desconcertada... todo su dinero resulta papel mojado ante la enorme magnitud del problema, que es incapaz de resolver por su propia constitución de clase.

LA PAJA Y EL TRIGO, ¿LAS SEPARAMOS O DA LO MISMO?
El lugar que ocuparon los países cuyas economías están en vías de desarrollo fue una clara muestra de la visión del mundo que tienen los grandes imperialistas.
Con una enorme dosis de hipocresía, los países centrales se comprometieron a designar miles de millones de dólares para ayudar a los “subdesarrollados” a “desarrollarse” brindándoles financiamiento y tecnologías “limpias”. Y con mayores dosis aún de impunidad, la mayoría de los representantes de los países pobres aceptaron contentos la promesa de millones frescos para sus corrupciones.
Justamente cuando toda la industria sucia, contaminante y obsoleta viene a funcionar al sur... donde los salarios son más bajos y los gobiernos más fáciles de corromper, porque entregan los suelos, los mares, los glaciares y el producto del trabajo de su pueblo en las fábricas, los campos y las universidades a la mentira del “desarrollo”, hecho a medida del imperialismo, injusto por donde se lo vea. Por ejemplo, la pastera Botnia, en Uruguay, utiliza una tecnología ya vieja y prohibida en Finlandia (su país de origen) por ser altamente contaminante; el glifosato, químico que se utiliza para fumigar la soja transgénica que mata todo lo que la rodea, está prohibido hace mas de 20 años en EEUU, donde fue creado para masacrar vietnamitas durante la guerra; las megamineras en la cordillera utilizan técnicas también prohibidas en los países centrales; y miles de ejemplos mas.
Entonces vemos claramente cómo nuestros gobiernos son cómplices de los imperialistas, cómo trabajan en equipo y cómo se las arreglan para explotar más y mejor a los pueblos y a la naturaleza. Mas allá de las diferencias obvias entre ellos, sus acciones provienen del mismo molde, por así decirlo. Es el capitalismo el que determina los lugares que ocupa cada país en la economía mundial, y son los gobernantes los que encasillan al país en ese lugar, siempre a costilla de la salud y la dignidad de su pueblo.

¿Y CÓMO SE SALE DE ESTO?
Los ecosocialistas pensamos, sin lugar a dudas, que no hay posibilidad de revertir este proceso de destrucción y barbarie dentro del marco del sistema capitalista, con sus gobiernos y mediante sus instituciones.
Entendemos que sólo la planificación democrática de la producción puede armonizar la relación del hombre con la naturaleza. Una planificación donde podamos determinar cuales necesidades son las más importantes para satisfacer y, en función de ellas, determinar el consumo de materiales, energía y trabajo.
Pero la planificación de la economía choca de frente con la esencia del capitalismo que sólo propone consumo y más consumo. Que a los pobres nos obliga a comprar el agua y la comida cada vez más cara y degradada mientras que a los ricos les brinda robots sirvientes, teléfonos celulares, autos y protección nuclear antiterrorista. Ahí se muestra abiertamente la necesidad de la revolución socialista para resolver los grandes problemas de la humanidad, una revolución que implique una enorme transformación en lo económico, lo político y lo cultural, para que “ser” deje de significar “tener”.
Sin embargo, la revolución no viene sola. De la misma manera que la destrucción que estamos presenciando es el resultado de una política concientemente aplicada, la oposición no puede ser menos. Sólo será posible mediante la acción conjunta de las personas organizadas. Por eso invitamos a todos a sumarse a Ecosocialismo, a sumarse al MST, para poder construir una alternativa cada vez más sólida y clarificada, una propuesta ecosocialista para que los pueblos tomen en sus manos rápidamente el timón de sus destinos.
Vicente - Alternativa Ecosocialista (Córdoba)

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Movimiento Socialista de los Trabajadores por una Nueva Izquierda